Él lucía ropa deportiva, ropa barata de esta que se encuentra en la feria por poco menos de 5€ prenda. Daba pena, pero, sin embargo, su cara desprendía serenidad y seriedad ante las circunstancias. Las circunstancias: las de siempre, era un hombre que vivía, no tenía problemas pero no escatimaba con su alimentación. Eduard estaba, como siempre, jugando con la moneda. La hacía girar una y otra vez, debería reflejarse un brillo en cada superficie pero las caras perdieran hacía tiempo su brillo; su moneda de la suerte. Una moneda de cinco céntimos que encontró haría una década. Le cambió la vida para siempre. Desde aquellas empezó a voltear-la una y otra vez. Ese día se estaba armando un follón en una de las calles paralelas por donde paseaba. La gente empezó a juntarse y preguntarse porque había ese expectación, los bomberos todavía no llegaron pero los locales estaban allí. Había un incendio en uno de los edificios, humo en abundancia, empezaban a estirarse las llamas asomándose por u
Mil cosas escritas sin pensar: pensamiento, sicología, evolución personal...