jmrbcosas

Mente Nuestra mente tiene una capacidad para asociar y recordar hechos pasados, que nos marcan,determinando como actuaremos en el presente; pero el presente, sin embargo, es el aprendizaje para reaccionar a un futuro (no aprendido e incierto). O te renuevas o mueres. Una persona no puede estar viviendo toda la vida en el pasado. La búsqueda, de nuevos objetivos, de nuevas ideas, de nuevos sueños, es necesaria para disfrutar del día al día. No puedes vivir en el pasado, hay que disfrutar el presente para crear un nuevo y mejor pasado. Un presente mejor para contar con un pasado digno de las mejores historias. Arriesgar no es malo. Lo malo es mirar el mundo tras un cristal impenetrable, romper las barreras de espectador para convertirse en actor de nuestra vida.  La vida es un drama cuando no se vive (cuando se mira). La vida es una aventura cuando se lucha en ella buscando alternativas. Lloraremos, reíremos, gritaremos pero tendremos que afrontar nuestros errores y mejorará nuest

A yer a la noche después de hacer deporte regresé a mi casa y cené tranquilamente pasta con carne en el sofá del salón viendo la televisión. No había nada especial: programas musicales que cada semana son un poco peores y un montón de películas vistas un montón de veces. Comí la pasta tranquilamente, e incluso, parando de masticar al ver absorto los anuncios televisivos _raro en mi eso de comer despacio. Claro que los anuncios no eran buenos pero estaban echos para quedárseme grabados en la retina y en la memoria (con ese ritmillo pegadizo). ¡Que asco de publicidad! Continué comiendo el plato de macarrones que ya estaba frío. Después cogí un poco de pan porque todavía tenía algo de hambre... En definitiva, luego de un buen rato de aburrimiento, me tumbo, pasan los minutos. Cuando me descuido, ya estaba dormido tirado en el sofá. Me levanté y decidí irme a mirar el ordenador antes de acostarme. Encendí el ordenador y mientras cargaba fui al baño. Me cepillé los dientes y luego me que

Pesadilla Me levanté sobresaltado, todavía era de noche. Por la ventana de la habitación entraba una luz anaranjada demasiado intensa, más brillante de lo habitual, que provenía de la farola en la calle. Como era de costumbre la persiana estaba medio abierta (la quería cerrar). Estaba bloqueado entre sábanas retorcidas. El terror solo me dejaba mirar  pero no era capaz de moverme. La visión me fallaba y temblaba, más bien palpitaba. Todavía estaba viendo los últimos acontecimientos del sueño. El sonido de mi corazón hacía retemblar mi espíritu como si de un redoble se tratase. Me sentía mal. Cerraba los ojos y me adentraba en un mundo en donde mi familia y mi persona con 20 años menos estábamos tumbados en un gran prado verde. Tranquilos, nos divertíamos, jugando, saltando. Cuando de pronto el cielo se oscurece por una nube envolvente que crecía y se acercaba a gran velocidad. Al instante cae un rayo simultaneado con un gran cazo de humo que se inclina hacia nosotros vertiendo u