Fumar como adición. Tú como amor.
Soy incapaz de quitarte de la cabeza en esos momentos de soledad. Solo estoy yo frente a mis pensamientos. Solo estoy yo frente al silencio. Tú eres ese pensamiento recurrente. Tú eres esa búsqueda de la felicidad permanente que tengo día a día.
Mi pensamiento, en esos momentos puntuales se ocupa de inundarse de ti. Es redundante, es repetitivo, pero ahí está como la cajetilla de tabaco invisible del bolsillo de la camisa del fumador que lo está dejando. Lo más probable es que me olvide al poco rato de ti para después, el deseo intensificarse con más fuerza. Es estúpida la comparación con el tabaco, es estúpida la comparación con una adicción, pero eres esa sensación. Sensación de sequedad de boca y tan pronto como te siento cerca, insalivación excesiva.
Miedo a la ausencia e impaciencia en la cercanía. Esta sensación invade todo mi ser físico y parte del espíritu convirtiéndose en una única persona que la mayoría de los momentos piensa que hay demasiado espacio entre lo físico y el pensamiento y lo espiritual. Con el amor que siento, en este caso por ti, hay una conversión en la misma dirección de la dupla de un individuo que en ese estado se siente único y super unido a la vida.
La mayoría de las veces me siento separado de mi cuerpo, por un lado, el pensamiento y por el otro las sensaciones de mis partes físicas, dolores varios, picores y también otras cosas agradables como las caricias, los abrazos siendo estas algo más cercanas y además se aproximan a lo que me pasa cuando siento o tengo esas sensaciones por ti. Todo mi ser se unifica y ese todo se lo monta para ser funcional de diferente forma.
Supongo que sería como la primera calada de tabaco, te hace sentir de otra forma que no entiendes el motivo, pero el recuerdo de esa sensación se queda grabado. Tu recuerdo está grabado a mucha temperatura y me hace sentir en conjunto. Mis células se entienden y se compenetran tan bien que se olvidan que forman parte de un todo para convertirse en un individuo.
Hoy me quedé con una frase de una escritora maravillosa que hablaba sin respirar diciendo muchas cosas sin parar, lo que más me gustó fue eso de que escribía cuando sentía esa catarsis, esa necesidad de escribir para liberar la tristeza, vomitarla. Esta escritora era incapaz de escribir sobre la felicidad porque la felicidad no le daba ganas de escribir.
Pues a mí, cuando estoy en modo tranquilo y feliz tampoco me entra el pensamiento de escribir bonito.
No sería capaz de escribir de alguien que estuviera conmigo por amor... lo explicó muy bien ella.
Me quedo sin palabras.
Comentarios
Publicar un comentario