Miércoles, último día de esta semana especial. Semana de procesiones y culto. Semana muy importante para muchos. Para mí, semana familiar, semana de vacaciones con mis padres, con mis hijos. Semana para ver a Costa da Morte, semana para ver la montaña y disfrutar de Galicia.
Aunque hoy solo vine aquí para darle una vuelta a mi vida y ver qué pasa cuando la pienso y le doy chance a mi felicidad.
¿Me siento bien? ¿Qué es sentirse bien?
En principio, podría decir que estoy bien y en líneas generales lo estoy, pero más bien, estoy en detrimento de mi bien estar. Duermo regular, me levanto levemente desorientado, por momento me duelen las sienes y veo de alguna forma con niebla mi mundo. Lo veo todo desenfocado y todo apático con poca luz. Además, siento que estoy por estar, voy a trabajar por obligación y estoy ahí sentado hasta que van dando las horas. Ocho horas, a veces, más, pasa el día para poder vivir y cuando comienza el día verdadero en el que quiero ser yo, no lo soy. Me quedo hipnotizado por las pantallas, costumbres o rutinas. También, como como un cerdo para sentirme demasiado lleno y cansado quedándome atolondrado parte de la tarde-noche.
Estoy con mis hijos, me despido todas las noches con besos y abrazos, pero la verdad, es que no siento que haga todo el esfuerzo necesario para ser un buen padre. Grito a veces, no porque sea necesario, sino porque de alguna forma, ellos me quitan mi libertad, no porque se porten mal sino porque, la mayoría de las veces, quien está mal soy yo y no tengo la constancia y templanza como para hacer bien mi labor como padre.
¿Por qué me analizo? ¿Por qué tengo que hacerme sentir mal por vivir a mi modo? ¿Estoy haciendo daño a alguien?
Necesito escribir para dejar constancia de la forma en que pienso, en que mi forma de vivir es más universal y genérica de lo que creo, siendo poco o nada diferente a los demás. Soy un ser que respira y caga. No vivo como me da la gana, pero tampoco cogí ninguna norma para seguir de referencia. A veces sigo una, cuando me acuerdo, que es esta: haz lo que quieras, pero lo que hagas que no te dé vergüenza contarlo. En definitiva, tengo que estar satisfecho con lo que hago y me doy cuenta de que no lo estoy.
¡Es una mierda! Si, sí que lo es, pero como no me da vergüenza escribirlo y admitirlo. Escribo mi camino y me siento sólo porque el camino lo estoy haciendo por mí mismo. No encuentro la compañía deseada. ¡Qué tristeza!
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