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El abuelo

 Estos días me puse a leer un libro que me recomendaron. 

Empecé a leerlo y, la verdad, es que no me entusiasmó, pero según leía empecé a disfrutarlo porque habla un poco de ecología y de otras cosas relacionados con la biología en general que a mí siempre me gustó. Ahora mismo estaba leyendo de árboles y algún tipo de pájaro... el problema fue que leyendo de esto se me vinieron un montón de imágenes de mi abuelo, plantando árboles, trasplantando otros, cambiando la dirección de regos para que el prado estuviera verde, para que la hierba creciera y pudiéramos segarla para las vacas.

Me acordé de los domingos que después de comer íbamos a buscar leña para después cortarla y poder cocinar. 

Ese tiempo, es pasado y sin embargo, me vino la tristeza en el buen sentido, la emoción, la ternura del recuerdo del abuelo sabio y tierno sin intención de ello, callado pero que disfrutaba viéndonos correr y hacer mal. El abuelo contemplativo que se tiraba las tardes en el prado con las vacas durmiendo la siesta entre moscas que parecían que le picaban, pero que en realidad le hacían compañía, miraba a los pájaros, cuando estaba cerca del río miraba a los zancudos a las truchas, se escuchaban un montón de sonidos que para mí eran normales, pero que para cualquiera que no viviera en la aldea serían desconocidos e incluso a aterradores o aburridos. 

Mi abuelo era sabio porque aprendió todas esas cosas que veía. Era sabio porque sabía cuándo iba a llover, cuando cambiaba el tiempo. Sabía un montón de cosas con solo observar.

Me emociono porque todo eso se perdió, se dejó a un lado para vivir los jóvenes en una ciudad o una villa donde tenemos todo echo. Pagamos por una cosa y ya la tenemos en la mano cuando en la aldea se obtenía comida con el esfuerzo de la azada y la galleta y el trabajo de todos los días. Los vecinos, antes limpiabas as veiras de las pistas ahora nadie la limpia. Se hacían cosas que parecían innecesarias, pero ahora no hay quien la haga.

Teníamos el valor del esfuerzo que se está perdiendo...

Pues este libro en cinco minutos o media hora me devolvió años de mi infancia de mi vida.... tan importante como las todas las lágrimas que fluyen por mis ojos en estos momentos por la emoción de encontrar sentido a mi vida. Emoción infinita que se produce en unos instantes de mi vida. Me duelen los ojos y se me agita el corazón que me estimula para hacer un poco mejor las cosas y valorar aún más lo que tengo y que muchas veces despilfarro.


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