¿Ansiedad o sed?
Entro en la oficina y sentado en mi silla giratoria, simplemente estoy. Una habitación, ahora caliente; un lugar vintage de madera clara con mesas de madera con solera de buena calidad, pero todo muy desfasado.
Estoy, pero como si no estuviera. Me arden las mejillas, las orejas retumban con el calor, no por el ruido, que también; las tengo calientes y resecas.
Solo era para introducir las sensaciones que tengo en mi cuerpo y en mi mente. Mente que está, no sé dónde.
¿Qué hago? ¿Qué siento? ¿Qué es lo que me define ahora?
No tengo hambre, tengo sed y tengo memoria. No pienso, simplemente aporreo el teclado, y me salen palabras, sensaciones, y también durezas en los dedos. Ahora me vienen los micropicores en la cabeza, en la punta de la nariz... sigo sintiendo nuevas cosas como la sensación de atascamiento en mi nariz por el catarrillo que estoy sanando, o incubando, o padeciendo.
Las manos están hinchadas, doy un vistazo hacia abajo y también veo las venas hinchadas y marcadas, esa revisión ocular agudizó mis sentidos del tacto y en este momento siento la hinchazón, la piel reseca de una de las puntas de mis dedos. ¡Cuánto más me pongo a describir las sensaciones de mis órganos más noto!
Un impostor, un impostor escribiendo; ni escribo rápido, ni pienso rápido. Estoy por estar: aburrido, casi inconsciente, sin nada de nada que trasladar al papel, solo como una sensación de desdicha en mi interior que me mortifica a poder de golpes de maza.
Se me sigue secando la boca, respiro por ella porque tengo taponada la nariz, un asco.
Sin ideas, sin ideas,
Una pausa en la escritura me silencia el pensamiento, pensamiento apaciguado por el sonido de las teclas que se paralizan porque no hay enfoque en la escritura. No sé porque empecé, ni a dónde quiero llegar.
Ahora voy a ir por agua. Después, volveré a ir por ideas.
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