Decimos que tenemos mucho vicio, decimos que somos unos frikis.
Piensan que somos unos sociopatas sentados en sus sillones jugando por pura adicción. Parcialmente tienen razón. Pero hay mucho más.
A partir de aquí. Narro en primera persona.
He vivido miles de vidas virtuales, e viajado un montón de lugares legendarios: Ventormenta, Los Paramos; San Andrés,... Viví entre portales y dragones, entre blasters y sables de luz. He sido un criminal, un mafioso; un druida, un vampiro, un hombre lobo; mago, guerrero; elfo, enano. He viajado y pilotado naves espaciales; tanques, helicopteros. Me han matado de millones de formas diferentes, tiros en la cabeza; por espadas, bastones, mazas, sables o hachas; he muerto por fuego, rayos, hielo, escarcha, agua. He sufrido infinidad de sustos mortales en escenarios escalofriantes, oscuros y terribles, con olores indescritibles que solo indicaban una cosa, muerte. Pero al final, siempre se alcanzaba el objetivo, diversión, emoción conocimiento y vivencias.
Puedo seguir y sigo escribiendo: fui robot, fui ciborg con todo tipo de implantes incrustados. Fui ogro, capitán, incluso un dios que manejaba a su prole como le daba la gana. Fui sabio y tonto. Fui fuerte y descuidado. Me veneraron miles de amigos y me odiaron otros tantos.
Conocí gente real en lugares fantásticos con arquitectura imposible y gloriosa. Entré en cuevas terroríficas. Viajé a ciudades volantes y ciudades marinas.
Fui Ewok, Gungan. Me convertí en yedi, en sid. Fui flor, fui mutante, pude volar, fui demonio y también mata demonios. Fui hombre, mujer; fui alto y bajo. Fui ameba, o protozó.
Fui comandante de flotas estelares, fui boina verde; incluso zapador.
Fui samurai con el nombre de Miho y pertenecí al clan de la Grulla. Un corte y un triunfo.
Fui un suicida.
Fui desterrado, dado por muerto y como un ave Fenix resurgí de mis cenizas.
Fui futbolista, y también, basketbolista profesional, llegando a ser el mejor de todos los tiempos. Fui luchador y controlé todo tipo de técnicas especiales, arranqué cabezas, lusé brazos, celebré victorias y siempre odié la derrota.
Todo esto, sin más, sin menos. Tan solo con un ordenador, un mando y una pantalla. Y siempre con amigos que disfrutaban de estas experiencias. Amigos que querían ser mejores, siempre con competitividad sana y disfrutona. Esto es parte de mi vida y también de la de millones de jugadores. Pero muchas veces lo escondemos porque está mal visto y piensan que nos ata.
También se pierde la noción del tiempo, como en el amor.
Pero también perdemos el norte y adquirimos tensión por culpa de la frustracción de no alcanzar los objetivos, los niveles; como en la guerra.
Como la vida misma, nos perdemos y nos encontramos.Creamos camino y lo destruimos.
Me gusta ser jugón y me gusta vivir.
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