Lo importante de una afición es poder hablar de ella. Poder tener intercambio de ideas con un grupo de amigos y así demostrar lo que disfrutas con el tema.
Tenemos un montón de material en nuestras manos que no nos sirve de nada (juguetes, electrodomésticos, ordenadores), pero si tenemos amigos que les interese ese tipo de tecnología, los instrumentos sirven como enfoque.
Necesitamos ser sociales la mayoría del día y para ello necesitamos temas de conversación.
Ir de compras, llena a los compradores, porque hablan de objetos bonitos que realzan su personalidad, o rasgos juveniles o mejora su aspecto.
Hacer deporte nos hace sentir más saludables y además podemos participar en actividades grupales que nos hacen pertenecer a una entidad social. Satisfaciendo nuestras necesidades: física y social.
Ver cine y hablar de películas, leer libros y charlar de libros. Nos enriquecen y además aprendemos de nuestros vecinos, mayores o antepasados.
Aunque lo más importe es hablar de algo, participar en el mundo.
El ostracismo de una persona hace que el resto funcione peor.
Si de algo no se habla, no va a ser transcendente.
Como humano necesitamos cubrir unas necesidades mínimas que son: alimentación, vivienda y trabajo. Y el resto, necesidades sicomotrices o sociales. Estas últimas las acabamos sustituyendo por enfermedades mentales, vicios, malas costumbres, o acciones compulsivas.
Si no nos convertimos en sociales, acabamos como bichos y nos aproximamos al final, a un mal final.
Tenemos un montón de material en nuestras manos que no nos sirve de nada (juguetes, electrodomésticos, ordenadores), pero si tenemos amigos que les interese ese tipo de tecnología, los instrumentos sirven como enfoque.
Necesitamos ser sociales la mayoría del día y para ello necesitamos temas de conversación.
Ir de compras, llena a los compradores, porque hablan de objetos bonitos que realzan su personalidad, o rasgos juveniles o mejora su aspecto.
Hacer deporte nos hace sentir más saludables y además podemos participar en actividades grupales que nos hacen pertenecer a una entidad social. Satisfaciendo nuestras necesidades: física y social.
Ver cine y hablar de películas, leer libros y charlar de libros. Nos enriquecen y además aprendemos de nuestros vecinos, mayores o antepasados.
Aunque lo más importe es hablar de algo, participar en el mundo.
El ostracismo de una persona hace que el resto funcione peor.
Si de algo no se habla, no va a ser transcendente.
Como humano necesitamos cubrir unas necesidades mínimas que son: alimentación, vivienda y trabajo. Y el resto, necesidades sicomotrices o sociales. Estas últimas las acabamos sustituyendo por enfermedades mentales, vicios, malas costumbres, o acciones compulsivas.
Si no nos convertimos en sociales, acabamos como bichos y nos aproximamos al final, a un mal final.
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