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El mundo está dominado por el miedo, el gobierno consigue el poder creando una atmósfera de miedo.
Primero nos miente de una forma exagerada y luego nos advierte que ese cambio no va a ser tan drástico como lo propuesto anteriormente. Al final el resultado es el mismo: un pueblo descontento y acojonado sin opciones de decidir por si mismo y un gobierno con total impunidad que sigue rigiendo con las mismas artimañas de siempre. Atemorizar al pequeño para que no se revele frente al grande pero mínimo en cuanto a número.
¿Anarquía?¿Deberíamos llegar a tal extremo?
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Al final todos somos piezas humanos que forman parte del mismo entramado y en caso de que alguno de esos engranajes no funcione bien se cambiará por otro que realice la misma tarea pero no sin antes mostrar al resto de los componentes que ese pequeño y fácil de arreglar artilugio, es en realidad el causante de todo el mal funcionamiento de esa máquina. Aunque la realidad sea bien distinta ya que esa máquina no realiza nada bueno para cada uno de los engranajes. El todo de esa máquina lo único que hace es sobrevivir como si de un parásito se tratase pero cada vez que una tuerca o engranaje acepta la existencia de ese problema y no intenta arreglarlo ese problema se convierte en algo un poco mayor con menos opciones de arreglarse.
Por otro lado, en muchos casos, el final de esa máquina llega pero de una forma muy despiadada sobre cada uno de los trocitos que la componen. Se produce una explosión en su interior que provoca daños irreversibles.
Poco después se crea otro aparato, otro sistema diferente. No mejor, simplemente diferente, el cual inicialmente no comete los mismos errores pero poco a poco aparecen los entresijos y entrañas de la máquina donde una o muchas piezas se favorecen de su localización para aprovecharse del trabajo de las otras piezas. Esto provoca un desequilibrio que pone en tensión a la máquina que al final vuelve a explosionar después de muchos reajustes que simplemente alargan su vida pero no su buen funcionamiento.
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