Superhéroe |
Todo fueron conjeturas y me quedé ahí.
Como siempre, me pasaron un montón de ideas por la cabeza: Alguien me implantaría algo en la cabeza. Con toda la cantidad de imágenes que veo tanto por la televisión como por el ordenador: ¿Podrían lograr que yo realizara unas tareas programadas como un robot y una vez realizadas esas misiones me pudiesen borrar los recuerdos sin acarrear mi muerte? Ser un asesino sin saberlo, vaya faena. Y luego pensé en todas las pesadillas que podía producirme esos sucesos mal borrados. Me siguieron pasando por la cabeza sueños que, ahora, cobraban y ganaban, sentido. Quizá porque las ideas atraen a las ideas y los pensamientos acaban convirtiendo ficción en realidad.
Ahora recuerdo la escena de la peonza en esa peli de Leonardo DiCaprio en la que decía algo así: Una vez establecida la idea en lo más profundo de su consciente/inconsciente esa idea acabará convirtiéndose en realidad: la idea de que el mundo en el que estaba no era real.
En fin, muchas veces me encontré en esa situación. La ventanas que se abren a través de mis ojos e incluso de mis otros sentidos me mantienen con vida y esperanza dentro de una cárcel de ilusión que en muchos momentos creo que no es más que el reflejo de mis ideas y conocimiento, manejándolos como a uno se antoja pero no como un sueño de una única persona, sino como el sueño de multiples personas que ninguna puede hacer totalmente lo que quiere sin hacer algo de daño al resto de los soñantes.
La pesadilla de la existencia. La creencia de un mundo feliz y la imposibilidad de alcanzarlo como colectivo y casi imposible como individuo.
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